El Lobo

La organización social de las manadas de lobos se encuentra considerada como una de las más bien organizadas y evolucionadas del mundo animal.

La convivencia de una manada de lobos se basa en la sumisión y el reconocimiento del grupo en torno a la jerarquía de una pareja dominante que toma las decisiones, mantiene el orden, la cohesión del grupo y vela por la seguridad y armonía entre ellos. También es respetada y aprovechada la personalidad y las cualidades del resto de los miembros repartiéndose el trabajo según las aptitudes de cada uno de ellos.

Por su parte, el líder también acepta someterse a la voluntad del grupo en el caso de que sus decisiones resulten mayoritariamente rechazadas.

Los lobos se comunican mediante expresiones corporales, señales olfativas y el lenguaje oral.

Su olfato, 100 veces superior al de los humanos, les facilita una información clave respecto a la distancia y posicionamiento de otros animales para la búsqueda de la caza, la identificación de los diferentes miembros de su manada o la localización de los peligros y amenazas provenientes de otros depredadores.

Los aullidos son la expresión acústica más potente y conocida de los lobos, tienen más de doce tonalidades y pueden ser escuchados a kilómetros de distancia.

Aúllan, tanto de noche como de día, como señal de comunicación, llamada entre ellos y, también como expresión de placer.

Como depredadores actúan como reguladores naturales en el equilibrio de los ecosistemas, ayudando a estabilizar y sanear las poblaciones de herbívoros, evitando una excesiva presión de las zonas de pastoreo y las epidemias derivadas de la sobrepoblación.

Tímidos y prudentes, los lobos muestran mucha desconfianza por la proximidad humana.

Víctimas de los mitos y de una negativa reputación continúan siendo implacablemente perseguidas. En España la caza furtiva y la presión ejercida por determinados sectores continúan poniendo en grave riesgo su supervivencia.

A pesar de todos los esfuerzos actuales para reivindicar su presencia y estar considerados como especie protegida, su territorio natural se está reduciendo y el futuro de sus escasas poblaciones depende, en gran medida del nivel de concienciación y las decisiones humanas.

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